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Tips para mejorar el vĂ­nculo afectivo con tu hijo

30-11-2016
Mejorar el vínculo afectivo con tu hijo le ayudará en el futuro
 
La creación de un vínculo afectivo fuerte y resistente es esencial para que tu hijo pueda crear su propia identidad y tenga equilibrio emocional, no sólo ahora, sino a lo largo de su vida. Así, determinará su relación con los demás, su autoestima y cómo afrontará los problemas en un futuro.
Esta vinculación emocional se crea desde que es un bebé a través de la interacción con los adultos, que son los que deben proveer seguridad, confort, alimentación y consuelo.
A continuación te daré algunos consejos para que puedas mejorar el vínculo afectivo con tu hijo, pero primero señalaré algunas circunstancias que pueden estropearlo.
 
¿Qué puede estropear el vínculo afectivo con tu hijo? 

 
Los principales factores de riesgo para un vínculo afectivo se pueden resumir en:
Falta de tiempo, que puede tener otras implicaciones aparte de la más evidente (no pasar tiempo con el niño): estás más cansado, no tienes ganas de jugar con ellos, estás de peor humor, tienes menos paciencia, etc.
Que tú mismo hayas tenido “malos ejemplos” para crear vínculos; es decir, que tus padres no hayan sabido o podido darte el amor, la seguridad y la disciplina necesarias.
Ciertas circunstancias sobrevenidas: la crisis económica, la falta de trabajo, problemas de pareja o con la familia, la separación o el divorcio, y un largo etcétera que puede complicar la vida familiar y terminar creando inseguridad en tu hijo.
 
¿Qué puedes hacer para mejora el vínculo afectivo con tu hijo?
Atiende sus necesidades lo antes posible. Para ello tendrás que adaptar tus estrategias a medida que vaya creciendo: de bebé, hay que ser muy observador; conforme va siendo mayor, debes facilitar la comunicación y la expresión de emociones (buenas y malas).
Protégelo de los peligros, pero sin ser alarmista.
Expresa tu amor: besos, abrazos, palabras amables… ¡Todo vale!
Juega tanto como puedas.
Si llora, intenta calmarle con suavidad y cariño.
Establece límites y normas: entenderá que vive en un mundo predecible y seguro.
Mantén una actitud abierta al diálogo. Así, cuando tenga algún problema no dudará en pedirte ayuda.
Planea actividades de ocio en las que todos los miembros de la familia lo paséis bien.
Sé coherente. No puedes pretender que nadie cumpla tus normas si tú te las saltas.
Implícate en todos los ámbitos de su vida: el colegio (y posteriormente el instituto), los amigos y amigas, sus aficiones, etc.
Revisa ambas listas: la de los factores de riesgo, y la de cosas que puedes hacer para garantizar un buen vínculo con tu hijo o hija. Intenta que, si pones en una balanza las cosas “malas” y “buenas” que haces, siempre el resultado sea a favor de estas últimas.