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Niños inseguros y temerosos: cómo ayudarlos?

11-01-2016
La inseguridad o temor en los niños son emociones que hasta cierto punto  normales, son reacciones espontáneas que incluso los adultos sentimos cuando hay alguna situación que no manejamos o conocemos del todo, o ante aquello que nos representa algo nuevo o desconocido, o ante una amenaza a nuestros intereses o integridad. Sin embargo, la inseguridad y el temor pueden empezar a rebasar ciertos límites, y a afectar de modos no positivos la actitud y disfrute de la vida de los pequeños, provocando no sólo una personalidad reservada o poco participativa, sino afecciones de todo tipo debido a la gran tensión interior que padecen órganos y sistemas  cuando el cuerpo esta soetido al temor de forma constante y prolongada.   
 
¿Qué es lo que causa la inseguridad y el temor en los pequeños?
 
En realidad hay muchas causas que pueden hacer sentir a un pequeño inseguro o temeroso. Pero hay una causa fundamental: el ambiente alrededor del niño. Un ambiente no propicio para fomentar la seguridad en los niños es hasta cierto punto fácil de detectar:cuando hay adultos en su convivencia cotidiana que le exigen demasiado a los pequeños, que son intolerantes o poco pacientes ante los errores o el ritmo o tiempo con el que cada niño aprende y asimila ya sea una instrucción o u nuevo conocimiento.
 
La reprobación o crítica constante a los pequeños puedes generarles una verdadera desconfianza en si mismos y un dolor emocional fuerte, privándoles poco a poco de la espontaneidad para acercarse al mundo y descubrirlo, y aprender a convivir con él, tan sólo porque corren el riesgo de equivocarse o ser rechazados, juzgados o mensopreciados. La constante corrección de los adultos a los pequeños va minando poco a poco la intuitiva exploración de los niños y su brillante personalidad inquisitiva y creadora que a esta edad esta fresca y llena de fuerza, llenándolos a la larga de mucha frustración, inconformidad y desesperación cuando no saben que exactamente hacer para conciliar el sentimiento de lo que quieren y desean expresar con ese agresivo mundo de afuera como bien lo perciben. además, que un niño intimidado puede ir escondiéndose del mundo de una forma que muchas veces no nota el adulto, es decir, puede ir formando una serie de defensas, actitudes y reacciones para no ser “atacado”, es decir, se esconde del adulto que le representa una amenaza bajo una serie de defensas cómo hacerse el fuerte (cuando se siente muy vulnerable, o  no contestar (y guardarse) lo que en verdad siente, o fingir 
que no le importa o que ha comprendido (cuando no ha comprendido ni quiere hacerlo), etc. 
 
Todas estas defensas y emociones contenidas  son pequeños puños de arena que van llenando un costal en su interior de disconformidad que no tardará en saturarse, sobrecargarse y “explotar”, causando entonces una serie actitudes ya sea de rebeldía, de frutración o una personalidad acorazada, es decir, constantemente a la defensiva o una serie de reservas que le impediran acercarse o 
relacionarse  emocionalmente con las personas, experiencias y/o circunstancias, lo cual podría construir en el futuro adulto una 
personalidad frívola, distante, “actuada”, etc., el “niño” estará impedido a gozar, crear y experimentar la vida de formas plenas.
 
Reacciones que genera el temor en el cuerpo y soluciones
 
Además de las consecuencias a nivel psicológico y conductual, es muy interesante observar como la tensión que genera origina la 
inseguridad o el temor va creando cantidad de tensiones que se van asentando poco a poco en los músculos, órganos y sistemas del cuerpo, provocando toda una serie de reacciones no positivas que a la larga pudieran derivar en enfermedades o malestares.
 
La incontinencia infantil, por ejemplo, se debe en gran parte a que el niño se siente amenazado o intimidado constantemete (y por lo 
 general) por uno de los padres; el bajo rendimiento escolar, las contracturas y tensiones musculares, los problemas digestivos, articulares, mala circulación, dolores de cabeza, tartamudeo, problemas de aprendizaje, miopía (por la tensión acumulada 
 en el globo ocular), calambres, problemas cardiacos, etc. son algunos de los malestares que pueden derivar del temor o la constante 
 inseguridad.  
 
¿Cómo puedo ayudar a los niños inseguros y temerosos?
 
Los niños que son  reservados y que tienden a que los demás abusen de ellos, que no participan y poco se relacionan con los demás 
 o lo hacen con mucha dificultad, son niños que sin duda se sienten constantemente agredidos o criticados. Hay que vigilar el mundo emocional de estos pequeños y encontrar la causa que puede estar haciéndoles sentirse retraidos o contenidos emocionalmente, intentar crearles, antes que nada, un espacio de exploración ya sea en la casa o escuela que les permita equivocarse “sin que el mundo se les venga encima”, darles confianza en que se expresen y digan lo que sienten y piensan, formar diálogos constructivos con ellos, darles  paciencia e incitarles su creatividad. Esto, sin duda, requiere de mucho amor y entendimeinto por parte del adulto, el cual, muchas veces carece de la paciencia, tiempo o comprensión que son claves necesarias para cultivar la confianza y seguridad en los niños. Sin embaro, debe valorarse indiscutiblemente estos tres puntos si en verdad se desea cultivar un mundo saludable y fuerte en los niños.
 
 
Los niños "tímidos" y "precavidos" tienen problemas emocionales y en su desarrollo motor. Pero detrás de todo esto hay algo en común: el miedo.
 
El miedo es el que les dificulta relacionarse o mover su cuerpo en el espacio con seguridad y habilidad. Es el que frena su desarrollo y limita sus experiencias. Es lo que hace que se mantengan en tensión y luego deban liberarla de forma inadecuada en casa.
 
Pero… ¿Se puede cambiar este "carácter"? ¿Dónde está el "equilibrio" que todos queremos para nuestros hijos?
 
La respuesta es única para estas preguntas. Se trata del sistema nervioso. Es nuestro cerebro quien regula y controla nuestras emociones, y por lo tanto, la "psique". Es quien nos hace movernos como lo hacemos y su madurez se ve claramente en la forma en que nos movemos. También se ve en cómo hablamos, cómo nos relacionamos, cómo reaccionamos ante el estrés o cualquier acontecimiento o situación dada… Es el sistema nervioso quien interpreta el mundo que nos rodea. El que da sentido a todos los estímulos que nos llegan y nos hace reaccionar en consonancia con los mismos.
 
Si el sistema nervioso no interpreta bien el entorno, las respuestas del niño no serán las adecuadas. En muchas ocasiones, esto se traduce en miedo. Miedo a moverse, lo cual conlleva limitaciones en experiencias motrices necesarias para el correcto desarrollo. Si el niño no se mueve adecuadamente en el mundo que lo rodea, si no se siente hábil, si le falta confianza en su propio cuerpo, entonces es muy probable que esta confianza también esté ausente en su relación con los demás y con las cosas que ocurran a su alrededor.
 
Las situaciones más comunes pueden volverse amenazadoras o simplemente difíciles, y la misma inmadurez que hace que no se haya desarrollado adecuadamente en sus habilidades motrices también incide en su escaso control emocional.
 
¿Se puede hacer algo al respecto? La respuesta es SÍ.
 
Se puede incidir en el sistema nervioso dándole un "empujón" para ayudar a que madure y el niño sea "equilibrado" como nos gustaría que fuera. Para que se sienta más capaz, más confiado y sus respuestas en diferentes situaciones sean más adecuadas. Al final, de lo que estamos hablando es de que el niño sea más feliz.
 
Lo que debe hacerse es lo mismo que hace la naturaleza para que el cerebro del niño crezca y se desarrolle. Esto ocurre cada vez que hablamos al bebé, cada vez que lo mecemos o acariciamos… Ocurre con todo lo que ve, cada vez que se mueve y tiene experiencias motoras que le llevan a un nuevo pequeño triunfo en el dominio de su cuerpo y del mundo que le rodea.
 
Debemos brindar al niño muchas y ricas experiencias, sobre todo motrices. Esto le dará un mejor conocimiento de sus capacidades y limitaciones, enriquecerá su desarrollo motriz, le hará más confiado en sí mismo y como consecuencia, vivirá más confiado en cualquiera de las situaciones que se le planteen.
 
Existen sencillos programas motores que podemos seguir asesorados por expertos en desarrollo infantil que pueden ayudarnos a los padres en esta tarea. Pero podemos también simplemente tener esto en cuenta y disfrutar con nuestros hijos de más horas de parque, de columpios, toboganes, camas elásticas…
 
Es muy importante saber que es el movimiento el alimento principal del cerebro de nuestros hijos. Que debemos dejarles moverse y animarles a hacerlo cuando son miedosos en este sentido. Siempre respetando sus miedos, acercándonos a nuevas experiencias con seguridad y despacio. Con paciencia y con confianza en que el niño lo logrará.
 
 
Niños violentos-inseguros   
Los niños violentos en las escuelas pueden también ser una muestra de la inseguridad o temor que sienten en casa o en la misma 
 escuela. Un niño prepotente, por ejemplo, que parece muy seguro de si, puede haber transformado su inseguridad, temor o incluso 
 miedo en una actitud contraria pero forzada, es decir, una personalidad que parece segura pero que por otro lado es abusiva o desconsiderada con los demás, lo cual demuestra que el niño se ha formado un escudo de frialdad para no demostrar su inseguridad y 
 no parecer vulnerable antes los demás, asi que intimida con su actitud, esa es su defensa. Un niño que parece muy confiado pero que abusa de los demás puede estar sufriendo de una terrible inseguridad o temor, y es necesario no rezagarlo ni discriminarlo o hacerlo sentir culpable por como actúa o se coporta, esto sólo fomentara su defensa y no se construirá nada positivo con el castigo o el rezago. 
 
Antes que nada, se debe atender, como en el caso anterior, la causa que esta generando que el pequeño sea violento o se sienta aislado 
 emocionalmente de los demás. Si un adulto se acerca a un niño violento con un diálogo amigable, firme y prudente, que estimule la 
 confianza del  niño, sin duda puede romper en un momento o poco a poco las corazas que ha cosntruido el pequeño, el tiep dependerá de que tanto el niño haya aprendido a estar a la defensiva, no se abrirá tan fácilmente si siente cualquier amenaza a lo que es y siente.
 
Niños sin limites
Debe acentuarse también que la falta de  límites puede volver a un  niño inseguro y  temeroso, pues al no tener limites interiores  podria sentirse "débil" a la hora de actuar,  confundido al no saber exactamente qué hacer o cómo actuar en determinados momento. Es  importante marcar límites al niño, evitar la  indulgencia y hacerlo que experimente las  consecuencias de las cosas, pero no de forma 
 discriminativa sino siempre de forma que el  pequeño pueda aprender en base a la causa y el  efecto, y no a la reprobación y el castigo. 
 
Es necesario que el adulto que se relaciona  cotidianamente con un niño inseguro, y que tiene el interés de ayudarle, se auto-observe y 
aprenda a reconocer actitudes en el mismo, que sean impacientes, intolerantes y hasta perfeccionistas o exigentes, que escuche su 
tono de voz cuando habla, que observe las palabras que usa y observe su modo de dirigirse al pequeño. Muchas veces con este 
reconocimiento y con un cambio positivo en la actitud o actitudes en los adultos alrededor, el niño simplemente empieza a sentirse más 
confiado, y poco a poco modificaría su actitud sin necesidad de ir a terapia especial.
 
A tener presente estos ingredientes cuando hablamos o queremos comunicarnos con los niños: AMOR, RESPETO, PACIENCIA, TOLERANCIA, LIMITES, ABRAZOS, MIRADAS DE COMPRENSION,y tu padre o madre, que más le agregarías?
 
Equipo de Pekelandia